Este no fue un viaje cualquiera, fue un constante aprendizaje que lo podemos definir con verbos.
Compartir y conocer sobre la cultura Kogui, en la comunidad vecina del pueblo de Seuwiaca.
Apreciar el proceso que realizan las mujeres con las mochilas y los hombres con el telar.
Disfrutar una hermosa playita en el río y lanzarce desde un árbol una y otra vez.
Vivir el «Gran reto de la Yatukua», un juego lleno de desafíos y destrezas para sortear todos los retos.
Prepararse para la noche de fogata e historias.
Cruzar el río con ayuda de pequeños botecitos reciclados.
Visitar a Rosalía, madre de algunos estudiantes del Selvatorium.
Aprender sobre cómo valorar e investigar con los mamos sobre la cultura, para convertirse en mensajeros ante los «hermanitos menores».
Pasar por la casa de Bienvenido, su esposa María y sus hijos, para aprender sobre la preparación de la contra, una medicina hecha a base de plantas para frenar los efectos de picaduras de animales ponzoñosos.
Tomar decisiones:
1) Hacer la caminata más larga de esta excursión, hacia un lugar llamado Mamaisi, lo que significaba ponerse en disposición para ello, madrugando y venciendo el cansancio, logrando disfrutar de un paisaje hermoso.
2) Quedarse en Selvatorium con actividades más tranquilas, tomando baños de río y recuperándose del cansancio.
Aceptar que Joaquín, Juliana, Alisio, Gabriela y Yaku, decidieron por la opción 1, junto al profesor Sebastián. Mientras que Daniela, Juan Camilo, Alejo y Alexis, prefirieron quedarse en el Selvatorium, con Mitzi.
Realizar un taller de fotografía, que duró todo el día (con intervalos de refrescante río).
Alimentarse gracias a Marie Noel, una madre consentidora, con sus comidas sanas, sabrosas y nutritivas. Y disfrutar también de los alimentos con mujeres arhuacas: Lina y Seydin.
Al final, vivir, disfrutar y seguir viviendo.
Gracias a quienes se sumaron a esta aventura que realizaron algunos de nuestros estudiantes entre el 7 y el 14 de julio a la Sierra Nevada de Santa Marta.