El lenguaje musical permite, en la actualidad, la creación de espacios alternativos de interacción, en donde fluyen la creatividad y la armonía, aprovechando el impacto emocional que produce la práctica musical para generar nuevas experiencias artísticas que moldean la visión de mundo de niños, niñas y adolescentes. Estos espacios permiten comprender por qué la música ha sido acompañante de cambios significativos en el curso de la historia y vehículo de las cotidianidades de las distintas idiosincrasias territoriales.
Por: Felipe López, Maestro Música
La práctica y enseñanza musical se convierten en un espacio interdisciplinar que permite a los estudiantes navegar un mundo de infinitas posibilidades. Es determinante una constante reflexión acerca de los diferentes contextos en los que están inmersos niños, niñas y adolescentes, con el fin de lograr un mayor entendimiento de las manifestaciones culturales y |de cómo estas impactan emocionalmente a la comunidad estudiantil.
Es importante mencionar que este entendimiento abre el camino para generar entornos donde el respeto por la diferencia sea fundamental para la creación colectiva, y donde la aceptación de la individualidad colabore en la construcción de espacios de diálogo artístico.
Estas interacciones dan paso a la comprensión de la importancia de la constancia y el esfuerzo en la disciplina artística. Cabe mencionar que este entendimiento debe darse de manera natural, a través de la práctica y del impacto emocional que esta produce, propiciando espacios en los que el lenguaje artístico se convierte en una herramienta de creación y expresión.
Este proceso da lugar a otro tipo de diálogo: “La música es capaz de disminuir actitudes o comportamientos de intolerancia” (Bernal, 2016). Al ser la música el lenguaje principal, se anulan actitudes negativas hacia el otro, permitiendo que todos los aportes e ideas sean válidos, y promoviendo la creación y la interacción grupal.
Es de suma importancia comprender que el lenguaje musical va más allá de la práctica misma: se transforma en una oportunidad para pensar críticamente frente a tradiciones culturales propias y ajenas, generando espacios colectivos de creación artística y construyendo entornos de libre expresión y diálogo.
La música es, en sí misma, un lenguaje más para dialogar y reflexionar, y una herramienta que nos permite ver la belleza de la existencia y cómo la individualidad se convierte en colectividad.