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El síntoma del saber

Texto escrito por Camilo Rey Maestro de artes

A lo largo de la historia de la humanidad, la educación ha sido una necesidad fundamental que ha sido abordada de diversas maneras, con base en diferentes perspectivas y concepciones del conocimiento. Desde tiempos remotos, ha sido moldeada con rigurosidad por distintas visiones del mundo, formas de pensar y entendimientos del saber. En ese vasto panorama de certezas y verdades que ha dado forma a las mentes más iluminadas, a las almas más puras y a las razones más armoniosas, la educación ha existido como un medio para instruir a las personas de acuerdo con los objetivos y necesidades de cada época, aunque en ocasiones, incluso la propia sociedad carece de certezas acerca de su dirección. 

En este contexto, resulta pertinente realizar una breve reflexión sobre lo que entendemos por educación, así como sobre el origen de nuestras ideas pedagógicas, en lo que sería un de dónde vengo de la pedagogía. 

Las preocupaciones acerca de la educación en el pensamiento occidental tienen sus raíces en el pensamiento clásico, que engloba tanto el pensamiento griego como el pensamiento cristiano. Uno de los principales exponentes de esta corriente es San Agustín de Hipona, teólogo y filósofo que, ya en el siglo IV, planteaba su metodología pedagógica fundamentada en la idea de la instrucción. 

Según el pensamiento agustiniano, el propósito de la educación radica en corregir el pecado original a través del bien, entendido en este caso como el conocimiento impartido mediante la corrección, que establece una relación clara entre el estudiante y el maestro. En esta perspectiva, el estudiante, considerado como un ser impuro, es guiado e instruido por el profesor, quien posee la gracia y la pureza como instrumentos divinos. Un ejemplo de esto se puede observar en el compendio de «Confesiones», donde se expresa de la siguiente manera: «la verdad eterna donde el Maestro bueno y único instruye a todos sus discípulos» (VILLE, 2009). 

La visión educativa desde el pensamiento de San Agustín marca un claro recorrido a partir de la instrucción, la guía incansable hacia personas que están desviadas por un pecado original, un mal a corregir por medio del conocimiento del bien, que solo se dispone dada la voluntad de dios. De forma paradójica, el objetivo de este modelo pedagógico, se encuentra en el perfeccionamiento del alma, idea platónica que estructuraba su modelo de forma muy similar, emparejando aquella idea de las bellas formas del espíritu, con dos etapas en las que se dividía una educación básica que culminaba a los veinte años, y una educación superior, para aquellos que terminaban esa primera etapa. 

Otro autor, que de forma antagónica plantea un modelo educativo, es Jean-Jacques Rousseau, filósofo y pensador del siglo XVIII. En su trabajo titulado “El Emilio”, Rousseau evita imaginar que la naturaleza humana sea un estado corrompido o desviado de antemano, para el autor, el ser humano es bueno y la sociedad lo corrompe, ya que su conciencia es impoluta y se acoge a una bondad natural. Según lo anterior, es necesario que la educación, proteja el estado de pureza natural, a través del descubrimiento personal y la singularidad de las personas, es en ese respeto por el individuo, que las personas pueden acercarse a su naturaleza, a su estado de bondad esencial, según comenta: 

“Todo es bueno en su estado natural, pero todo degenera en manos del hombre. Manzanas, si se dejan en el árbol, son buenas; si se sacan, se vuelven malas. Así que las primeras reglas de la educación es seguir la naturaleza, y no sobrepasarla”. (ROUSSEAU, 1762). 

Por tal motivo, educar, en Rousseau, significa equilibrar la voluntad, a través del dominio de su libertad, la cual guiará a la plenitud o a la felicidad. Acercarse a la naturaleza, por lo tanto, es encontrar un esfuerzo propio y un afecto consigo mismo, para generar un impacto positivo que cambia la sociedad, ya que los valores esenciales se encuentran en el individuo que goza de un libre albedrío para determinar el rumbo propio y a través de ello, una relación más integra consigo mismo y con los demás. 

Al mencionar a San Agustín y a Rousseau, se destaca la contraposición de dos posiciones con relación a la transmisión del conocimiento. El primero aboga por una adquisición del saber desde afuera hacia adentro, a través de la guía y la instrucción, mientras que el segundo enfatiza en un enfoque de adentro hacia afuera, basado en el desarrollo personal y autónomo. 

Estas dos posturas se entrelazan en las instituciones educativas contemporáneas, donde se lleva a cabo una combinación de ambos planteamientos. Sin embargo, existe una dinámica de administración del conocimiento que se da desde aquellos que poseen y conocen el saber, hacia aquellos que lo reciben y carecen de él, tanto por parte de los maestros como por parte de los estudiantes, tema que afecta lo que entendemos por saber, como una herramienta de poder. 

Según lo expuesto anteriormente, el enfoque pedagógico del Colegio f a c e  incorpora elementos de ambas corrientes, aunque no se limita únicamente a instruir o dirigir, así como tampoco se limita únicamente promover la autogestión o autonomía. Personalmente, lo que me ha llamado la atención de esta propuesta es la forma en que se distancia de los dos pilares fundamentales de la estructura pedagógica contemporánea. 

Por un lado, en la institución se adopta la dirección como un elemento que impulsa el conocimiento, pero desde una perspectiva personal y subjetiva. Un ejemplo claro de esto es cuando se plantea el dirigido de «crear una rosa en arcilla utilizando las herramientas disponibles en clase». Sin embargo, no se indica de manera específica cómo debe realizarse la rosa, sino que se deja abierta a la creatividad de cada individuo, permitiendo que cada uno llegue a una composición única desde su propia propuesta. 

Por otro lado, los estudiantes tienen la libertad y la oportunidad de expresar y adaptar sus intenciones en diversos tipos de trabajos, en su forma de relacionarse con los demás o incluso en su forma de ser, siempre y cuando respeten principios éticos básicos, como el respeto hacia los demás y la valoración de las diferencias en los límites que ponen los otros. 

La forma de adaptar ambas metodologías con las que se percibe el conocimiento, también son una gran oportunidad para repensar qué es el saber y qué se debe hacer con él, ya que la misma metodología o propuesta pedagógica  del colegio  f a c e, también se incorpora constantemente a un qué, un cómo, un dónde, de dónde y un hacia dónde, como preguntas esenciales que no se dejan de hacer en ningún momento y representan la claridad de poder impulsar y determinar personas que cada vez piensan más sobre ello de forma crítica. ¿Pues es acaso el saber una forma de entender un orden o tal vez, una ayuda para relacionarse de otra forma con los demás? 

Es en el planteamiento institucional de la propuesta de  f a c e, que podemos llegar a pensar que lo que entendemos por saber, poco o nada tiene que ver con aprender contenidos, panfletos informativos o temáticas que decantar. Es en la dinámica de un contexto que podemos evidenciar que el verdadero saber se encuentra en preservar un ecosistema en donde todas las inteligencias son iguales, ya que cada inteligencia representa una forma personal de ser. 

Bibliografía 

– VILLE, Karyna. La educación en San Agustín. 2009. Disponible en: https://www.clubensayos.com/Temas-Variados/LA-EDUCACI%C3%93N-Y-SANAGUST%C3%8DN/4822496.html

Consultado el: 20/05/2023

– Rousseau, J.-J. Emilio o De la educación. 1762. Disponible en: https://archive.org/details/emili00rous/page/n3/mode/2up

Consultado el: 25/05/2023


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