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Cómo aprendemos en face

En los modelos educativos tradicionales, el aprendizaje suele centrarse en la transmisión de contenidos que los estudiantes deben memorizar y repetir. Este enfoque, sin embargo, descuida el desarrollo profundo de las capacidades internas que permiten comprender, pensar y actuar de manera autónoma y consciente. Frente a ello, la propuesta pedagógica face plantea una forma distinta de aprender: no se trata de enseñar datos para recordar, sino de formar procesos mentales y socioemocionales que preparen a los estudiantes para enfrentar los diversos retos de la vida.

Por: Francisco Córdoba Maestro de Lengua Materna

El aprendizaje en face parte de la convicción de que pensar se aprende practicando, y que esta práctica se fortalece mediante la investigación, entre otras herramientas. Investigar no se limita a buscar información: implica identificar intereses personales, formular preguntas, clasificar datos, organizar categorías, establecer objetivos, evaluar la pertinencia de las fuentes y, finalmente, comprender de manera profunda. Así, el estudiante no recibe conocimiento de forma pasiva, sino que aprende a construirlo activamente.

Esta propuesta reconoce, además, que cada persona tiene un ritmo y un estilo propio de aprendizaje. Por ello, en lugar de exigir los mismos resultados en tiempos idénticos, se acompaña el proceso individual considerando las particularidades de cada estudiante. El progreso no se mide por la cantidad de información memorizada, sino por la evolución personal y la consolidación de habilidades.

Otro aspecto fundamental es que face concibe la formación como un proceso integral. Por tal motivo, se da prioridad al desarrollo personal en cuatro dimensiones: el pensamiento, que posibilita la comunicación asertiva, la planeación y la proyección en el tiempo; la voluntad, que permite elegir y perseverar; las emociones, que orientan la autoconciencia y la autorregulación; y el accionar social, que favorece la convivencia, la cooperación y la participación responsable. Estas dimensiones permiten que el estudiante no solo aprenda, sino que se transforme y se conozca a sí mismo.

En contraste, la educación tradicional se estructura en torno a contenidos fijos, iguales para todos, enseñados en los mismos tiempos y evaluados con los mismos criterios. Este modelo se enfoca en el resultado, no en el proceso, y no contempla la singularidad del estudiante ni la complejidad de su desarrollo interno.

El enfoque face redefine el sentido de aprender: ya no se trata de acumular conocimientos, sino de fortalecer las capacidades que hacen posible comprender, actuar y convivir. Al priorizar los procesos cognitivos, emocionales y sociales, este modelo ofrece una educación más humana y más cercana a la realidad del estudiante. En lugar de preparar únicamente para responder exámenes, forma para la vida. Por ello, face constituye una alternativa pedagógica que responde a los desafíos de una educación verdaderamente significativa, capaz de acompañar el crecimiento integral de quienes aprenden.

Desde estos criterios, el aprendizaje debe ser evaluado. No mediante comparaciones con estudiantes que transitan otros procesos formativos bajo metodologías con objetivos distintos, sino atendiendo a la evolución personal, el desarrollo de habilidades y la transformación interna de cada estudiante.


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