¿Sabías que en la entrada del Colegio face, había un majestuoso caucho sabanero? No, no es el mismo árbol del escudo del colegio, ni lo inspiró. ¡Fue todo lo contrario! Y aunque el caucho sabanero ya no está, el escudo permanece, recordando la esencia y el futuro de nuestros estudiantes.
Hace muchos años, en la entrada del Colegio face, había un enorme caucho sabanero. No era solo un ser vegetal, sino una entidad que podría haberse extraído de un cuento de hadas, enraizado firmemente en la realidad cotidiana sin pedir permiso para ocupar su espacio o acaparar la atención.
Todos en la comunidad face reconocen en el escudo del colegio la figura de un árbol similar. Es un símbolo que todos llevan en sus uniformes y que suscita una pregunta inevitable: ¿Qué llegó primero, el caucho sabanero o el escudo? ¿Fue el árbol el que inspiró la creación del escudo, o fue el escudo el que predijo la presencia del árbol? Es un enigma clásico, semejante al del huevo y la gallina, pero con el suspenso y los giros propios de un buen misterio.
Sorprenderá saber que la respuesta correcta es una especie de visión profética. En esta historia, un reconocido diseñador gráfico y padre de familia, decidió regalar al colegio el diseño del escudo. Este símbolo, este árbol, fue elegido con deliberación y precisión mucho antes de que la sede en Tenjo fuera una realidad, representando el enfoque educativo centrado en el crecimiento y la formación natural del ser.
El caucho sabanero de la entrada finalmente fue podado, cortado, eliminado. Y aunque lo extrañamos, lo que queda es lo esencial: los estudiantes quienes, como el árbol, deben echar raíces profundas de conocimiento, crecer, fortalecerse, nutrirse, y proyectar sus diferentes ramas de saberes y aprendizajes.
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